martes, 16 de noviembre de 2010

El paseo de Mona

¿Paseo? ¿Calle? De la rue? Qu’est-ce que c’est? Huy, qué nervios tengo! Sí, lo habéis adivinado, ¡que me meo!… Me atan, pero… pourquoi?… Era pequeña y blanca como un rollito de primavera. Sus bucles dorados eran resortes de luz. Y sus mofletes rosados trotaban al compás. Pasito a pasito para no resbalar. Vuelvo a subir y me vuelvo a lanzar. Un… dos… un, dos, tres. Se zambullía, estrepitosa, tras saltar empecinada sobre un trampolín que nunca pudo mover. Tan ligera, tan veloz, tan pequeña ¿será el eterno bebé de la familia?… Recordar el primer paseo de Mona me trae esa mezcla de piscina, levedad y querubín. Andar de puntillas desafiando la gravedad, como los santos. Flotar, flotar, flotar al ritmo del vals. Oh, qué inmensa cualidad! Un paseo por los aires es como estar más cerca de los ángeles buenos. Un paseo con los papis es como estar más cerca del… vals. Para bailarlo, se necesita dejarse llevar: gira sin pensar o caerás. Un… dos… un, dos, tres… Para bailar el vals hay un agujero en el cielo de esta noche negra. Un agujero redondo y puro como la flor del algodón, un agujero a través del cual se pierde el miedo a los perros y al vals.

1 comentario:

Concha dijo...

Cuento precioso,recuerdo la piscina y a Estrellita andando de puntillas entre las ganas de tirarse al agua y el miedo a ver qué pasaba...
¡cuanto tiempo...!un beso.