sábado, 18 de septiembre de 2010

En brazos soy feliz

Como un trapo abrazado. Así se abandona. Peluche que suspira mientras hace la ronda del balcón. Ahora la plaza, ahora la calle. Reina en este lugar desde el trono aéreo de mis brazos. Y es feliz, lo sé. Sus diminutos pulmones se llenan de un gozo pleno, luminoso, ancho y terso como un mar nunca visto. Luego, sopla. Mira las palmeras que rodean la fuente-catarata: soy la reina de Saba! Sus súbditos le adoran, señora. Rocían de pétalos los rincones husmeados por su excelencia. Todo aquel oscuro escondrijo donde vuecencia posó sus ojos ha sido cubierto de albahaca y jazmín tierno. Y los venerables sitios que usía ilustrísima pisó, ven extenderse velas infinitas de besos azucarados. Todo ello en señal de pleitesía que no pleitea. Vea, oh! princesa entre princesas, el perfume de los perfumes, el elixir de todos los elixires, el bálsamo que cura a los propios bálsamos, encerrado en dorados y diminutos frascos de oro puro y cristal de diamantes submarinos. Ahí está el licor magno entre los licores, el soberano: su pipí, majestad… Guau! ¿Y esa lágrima?…

1 comentario:

Unknown dijo...

Jajajajajajajajajaja

Que buena reflexión: "Ahí está el licor magno entre los licores, el soberano: su pipí, majestad…". Que cosas tiene esta Mona, si que es la reina de Saba.

Saludos cordiales.

Raúl Sebastián