También el alma, si quiere reconocerse, tendrá que verse en otra alma (Platón) À savoir, quelle tristesse de la valse heureux! (Mona) La monedita del alma se pierde si no se da (A. Machado)
viernes, 30 de julio de 2010
La mirada de Mona
lunes, 26 de julio de 2010
"Yo iba en bicicleta, casi alado..."
"…Y yo casi ya por el aire,
yo apresurado pasaba en mi bicicleta y me sonreía…
y recuerdo perfectamente
cómo misteriosamente plegaba mis alas en el umbral mismo del colegio"
(V. Aleixandre)
viernes, 23 de julio de 2010
Mona enferma
No te atreves a preguntar. Decir: ¿qué te pasa? ¿dónde te duele? ¿tienes angustia? se traduce en una victoria del desaliento. Pero preguntas, claro. Los niños enfermos han hecho su pequeña maleta de juguete. Llevan todo lo necesario, lo absolutamente imprescindible: el antifaz, el peluche y los collares. Toman la decisión irrevocable de partir a otro lugar. Y se sientan a esperar. El viento de la tarde –tápate, no te vayas a resfriar- mueve apenas sus cabellos, por tanto, qué mejor que cruzar las piernas si no alcanzan ni el suelo ni el vals? Y las horas se estiran como las mentiras de los hombres. Se hacen gelatinosas, inabarcables… plus que lent; eh, Mona? Y aquí estamos, pendientes de las décimas, de los suspiros, de las lenguas desaliñadas o del aliento almendrado. Ven, vuelve de ese viaje raro con vestidos de cartón. Con un beso se escupe la fatiga. Con la caricia, desarbolas el temblor de las pupilas. Con una canción, la frente se serena. Deshaz, pues, la maleta de plástico, cuenta las monedas y borra el ceño al soplar la llama del mechero. Venga, remata a tus súbditos esparcidos: el gran kan, el oso y el tigre, la rana y el pato-rosa. Bueno… besitos al koalita. Pero al hueso y al ahogo les hincamos el diente hasta el tuétano. Decididamente, mi mundo no es de este reino malvado.
sábado, 17 de julio de 2010
Solitud
Pablo Neruda
viernes, 16 de julio de 2010
Rápida y mortal
Hay que esperar, sigilosamente, a que alguien decida enfilar el largo pasillo. Deja que dé unos pasos. Que se confíe. Paciencia, no vale la pena precipitarse. Eso, que vuelva atrás, sobre sus pasos. Que crea que tú no existes, que estás mising. Pero tú, sigue al tanto de la situación. Ahora, la cocina… Bueno, al tiempo. One moment, please!… Se está preparando el café ¿Oyes la cucharilla? Es esa pócima insufrible sólo soluble en gasoil. 20 segunditos en el micro. Tibio, qué poca clase. Si por lo menos ardiera, simularía una humeante crema. Ahora, bebe. Glu-glu-glú ¿Oyes? Cierra los ojos, my darling, e imagina sus pasos en tu mente. Aclara la taza, la pone a escurrir. Clic. Adelántate a sus próximos movimientos ¡Qué poco sabéis los perros de estrategia! El gato es zen, el perro es kan. Escúchame, hazme caso, los conozco de hace mucho, soy el felino Mino… Vamos. Preparada? Aquí viene. ¡Ahora!… Rápido. De 0 a 100 en 2 décimas de segundo. Venga Mona, a por él… a sus tobillos… Ataca… Te va en ello la vida. Como un torpedo ciego, no pierdas ni un segundo en pensar. Arrójate o perderás la pieza. Pero ¡qué ruido horrible te hacen las pezuñas; oh, my God!… ¿A quién piensas sorprender? Esto no es cazar, esto es un asesinato… ¡Cuidado, que se gira! Careful!… Mona, eres mala y traidora… Por la espalda, como los cobardes de las películas del Oeste… Yo no quería, es él quien… No insistas darling, olvidas que no me ve… Si supieras a quién me recuerdas. Nosotros teníamos un gato, pelirrojo y blanco, guapo y distinguido… Sabía silbar, bajarse de los coches en movimiento y bailar el vals… Usaba gorra gris, bufanda oscura y camiseta a rayas… Y si no, no… Hasta sus últimos momentos fue tan preciso como un tiralíneas de billar. Oh!, my lord, dónde andarás… Me ha reconocido… bye-bye… Sabes, Mona, dicen que los gatos no son de fiar.
miércoles, 7 de julio de 2010
Qué hacer
Porque como la medicina es un compendio de los errores sucesivos y contradictorios de los médicos, al llamar uno a los mejores de éstos tiene grandes probabilidades de implorar una verdad que será reconocida como falsa algunos años más tarde. De manera que el creer en la medicina sería la suprema locura, sino lo fuera mayor aún el no creer en ella, ya que de ese montón de errores se han desprendido, a la larga, algunas verdades.