domingo, 1 de agosto de 2010

Haendel, la persona



"Haendel era alto y un tanto corpulento, y pesado en sus movimientos; pero su rostro, que recuerdo con tanta claridad como el de cualquiera que hubiera visto ayer mismo, estaba lleno de viveza y dignidad; así como impresa la idea de superioridad y genio. Era impetuoso, áspero y terminante en su comportamiento y en su conversación, pero totalmente privado de mala intención o rencor... El aspecto general de Haendel era un poco duro y agrio;pero cuando finalmente sonreía, era su amo el sol, estallando tras una nube oscura. Había un inesperado resplandor de inteligencia, agudeza y buen humor brillando en su rostro, que raramente he visto en cualquier otra persona... Haendel, que tenía muchas virtudes, no tenía vicio alguno que fuera nocivo para la sociedad. Realmente, su naturaleza requería una abundancia de sustento para mantener tan enorme masa, y era bastante epicureo en su elección; pero éste parece haber sido él único apetito que se permitía complacer" (Charles Burney, 1785)


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